viernes, 6 de enero de 2012


Erase una vez un cuartel donde había cinco puestos de guardia, con vigilancia las 24 horas del día, los 7 días de la semana. Cada 4 horas venía a reemplazar un nuevo guardia y así se producía la rotación todos los días. El soldado en pie, fusil en mano, debía soportar cualquier inclemencia del tiempo de la forma más imperturbable posible.

Pero llegó al cuartel un soldado educado en la familia y en la escuela en un sistema de disciplina inductiva. En su primera guardia, dedicó todos sus turnos a intentar descubrir las razones de estos cinco puestos de guardia. Finalmente, le pareció razonable, en términos militares, el que en una institución con armas, hubiera puestos de guardia; y el que éstos se situaran en lugares estratégicos, por donde algún intruso pudiera entrar. Pero fue incapaz de descubrir una sola razón que justificara el quinto puesto de guardia: estar de pie, junto a un banco de madera, en medio del patio interior del cuartel.

Sorprendido empezó a preguntar, siguiendo el orden reglamentario, a su Cabo, Sargento, Teniente, Capitán, etc.; y todos le dieron la misma respuesta: siempre ha existido ese puesto de guardia ahí; por algo será, "limítese a obedecer y calle".

Al no tener una respuesta razonable, el soldado decide empezar a indagar en los viejos registros de parte diario que eran guardados en la oficina de administración de la base (los militares registran todo), y en uno de ellos, muy viejo, de varios años atrás, alcanza a leer en el papel consumido por el tiempo y casi ilegible, lo siguiente:

"Novedad del día: Oficial a cargo del turno mañana.
En el patio interior, se ha pintado el banco que está en el medio del mismo y se ha dispuesto una guardia hasta que la pintura se seque; dar de baja la guardia cuando el banco quede seco".



En lo que respecta a mi experiencia en la Administración de Recursos Humanos de innumerables empresas; en muchas ocasiones se realizan tareas ociosas que se mantienen en el tiempo por costumbre, tradición o porque alguien lo dispuso en algún momento pero que no tienen ninguna utilidad en el día de hoy; por el contrario dificultan el normal desarrollo administrativo del área. Lo que es peor, muchas veces en nuestra vida adoptamos por costumbre o tradición actitudes que nos perjudican en nuestro desarrollo profesional.

El objetivo de esta ilustración es reflexionar, observando si estamos destinando esfuerzo y tiempo a un puesto de guardia... cuando la pintura ya hace años está seca...


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